El hecho fundamental en la vida de Agustín son sus años de adhesión al dogma maniqueo, la preocupación que tiene éste del mal que arrastra durante toda su vida. Los maniqueos presentaban dos sustancias opuestas: la luz, la buena y las tinieblas, la mala. Según esta religión era necesario conocer los aspectos buenos y malos de cada hombre y vivir acuerdo con ello para alcanzar la salvación.
El tema principal de la Filosofía de San Agustín es la relación del alma con Dios. En la obra de sus Confesiones, plantea un diálogo entre la criatura y su Creador. Agustín defiende que si bien el encuentro del hombre con Dios se produce en el amor, Dios es concebido como verdad. Sólo si aceptamos esta verdad, puede el hombre acercarse a su propia esencia.
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